Las calles se visten de colores y los corazones, llenos de fe, recuerdan la importancia de hacer vivas las palabras bíblicas, en especial uno de los mensajes más importantes que hoy nos lo recuerda Manuel Estrada, representante de la Iglesia de La Merced: “No hay amor más grande que aquel que da la vida por sus hermanos”.
La Semana Santa representa para los guatemaltecos un acercamiento a sus creencias donde sus corazones se ven envueltos en mirra e incienso. Los devotos, de todo el país, se reúnen para vivir las reflexiones que traen a nuestra mente los pasajes bíblicos representados en las velaciones y cortejos procesionales.
Joyas, imaginería, ropajes y cruces, han sido elementos que han caracterizado la esencia mística de los cortejos procesionales donde los devotos y devotas dan pasos firmes sobre alfombras llenas de significado y arte que son consideradas por Manuel Estrada como “una ofrenda ante los ojos de Dios y una obra de arte a los ojos del mundo”.
Recientemente, se le ha atribuido el título de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad a la Semana Santa. El recibimiento de este ha sido un acontecimiento importante y trascendental para la comunidad católica de Guatemala y para el país.
Este acontecimiento representa para los guatemaltecos el resultado de una tradición que se ha fundamentado en la fe por cientos de años. Es nuestro deber ahora mantener la esencia de esta tradición y presentar la fe de la religión católica al mundo, aunado a este sentimiento una experiencia espiritual más allá de los límites conocidos.