Luis de Lión estudió Literatura y Filosofía en la Universidad de San Carlos de Guatemala, e incluso impartió cátedra en tal universidad.
El tiempo principia en Xibalbá (1972), la única novela que escribió fue galardonada con el 2º. lugar en los Juegos Florales de Quetzaltenango, explora temas como la identidad, la opresión y la desigualdad en la sociedad guatemalteca, además de acercarse de forma maravillosa al erotismo y la ironía. Por otro lado, trastoca los límites lineales del tiempo y el espacio, por lo que se le considera, junto con Los compañeros de Marco Antonio Flores, el iniciador de la Nueva Novela Guatemalteca. Sin embargo, fue publicada hasta 1985, un año después de su desaparición forzada.
En términos de poesía, en vida publicó Los poemas del volcán de agua (los poemas míos) (1981) y Los poemas del volcán de fuego (1981), abordando la ternura del amor íntimo y sincero, así como el recuerdo primigenio de la infancia en su natal San Juan del Obispo acompañado de su madre y rodeado de flora y fauna local.
En cuanto a narrativa breve, es decir cuento, publicó Los zopilotes (1966) y Su segunda muerte (1969), retratando la cruda realidad de las condiciones de vida del pueblo indígena y campesino en el país, sobresaliendo su compromiso con la justicia social.
De Lión vivió durante los gobiernos militares que asolaron Guatemala durante el Conflicto Armado Interno, es decir un mundo sin derechos civiles, represión y violencia política, razón por la que tuvo un papel activo en la defensa de los derechos humanos en el PGT y como dirigente magisterial. Finalmente, su militancia desembocó en su persecución y consecuente desaparición extrajudicial por parte del Estado el 15 de mayo de 1984 cuando un grupo de hombres vestidos de civil lo introdujeron a la fuerza en un automóvil sin placas, como era la usanza de las desapariciones de ese entonces.
Su muerte fue aclarada hasta 1999 cuando apareció en el Diario Militar, que contiene los nombres, fotografías e información de más o menos 200 personas asesinadas por el Estado entre 1983-1985. Luis de Lión era el número 135 y su cuerpo nunca fue hallado, pero en el 2005, bajo el gobierno de Óscar Berger, el Estado se hizo responsable y se disculpó públicamente con la familia del escritor (y casi 35 000 personas asesinadas durante esa década) bajo la presión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La casa en donde vivió el escritor empezó como una pequeña biblioteca que él mismo fundó en 1962 y ahora es un museo para perpetuar su memoria y su obra, conocida como Casa Luis de Lión.
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